sábado, 9 de abril de 2011

La primavera, la sangre altera



Ahora mismo estoy receptivo, tengo los cinco sentidos en alerta, soy capaz de imaginar lo que sucederá antes de tiempo.
No puedo hacer casi nada, sin que al menos uno de mis sentidos sea estimulado, y la verdad, es que algunas veces termina siendo un incordio, debido a que no estoy a lo que tengo que estar.
21 de Marzo, o lo que es lo mismo, la primavera, que tal como dice el dicho “La primavera, la sangre altera”.
Mi estado es semejable al de las abejas, las cuales, van de flor en flor en busca de polen para recolectar, puede ser que se tengan que matar a trabajar, para poder recolectar una miseria, pues bien, esa miseria, lo mismo las mantienen con vida.
Yo ahora mismo me siento una abejita, la cual estoy con mi miseria de polen, me mato para poder conseguir más, ¿Qué le vamos a hacer?, creo que son los instintos más primarios, los cuales tengo dentro de mí, que por algún motivo están siendo expulsados ahora de una forma descontrolada.
Intento reprimirme un poco, porque sé que la forma de actuar no está bien, pero es tan difícil, y el poder de la primavera tan grande.
Me lanzo a todas las flores posibles, y me da igual del tipo que sean, yo solo busco polen desesperadamente, cosa mala, porque a veces me meto en la boca de algunas plantas carnívoras, y aunque aún no he perdido la vida debido a las sustancias digestivas, tengo algunas heridas, a las que no echo cuenta, a ninguna, solo voy a buscar una cosa, polen, y la verdad no es bueno para mí, porque me voy a empachar, si logro al menos encontrarlo.
Quiero cambiar el papel de abeja obrera a abeja zángana, en este momento, estoy cansado del ir buscando polen, y quiero pasar a la acción. Creo que sé lo que quiero, pero ahora mismo, no estoy muy seguro.
Volar a la playa, desearía hacerlo, quedarme en la arena tumbado, y disfrutar de un masaje placentero, el cual, el final es esperado muy lejos en el tiempo, pero puede llegar en cualquier momento. El tiempo, gran enemigo a veces, y si es acompañado de la distancia, apaga y vámonos.
La sangre me altera, si no logro hablar, la incomunicación me hace pensar, y esto me lleva a conclusiones que la verdad, querría no llegar nunca.
¿Me gustaría ser abeja zángana?, yo pienso que sí, pero es tan difícil alcanzar a la abeja reina en mi estado. Abeja reina, ¿Por qué te llamaras así?, no llevas corona ni nada por el estilo, pero la verdad es que hay algo en ti, que me llama la atención, y no sé que podrá ser, ¿Tal vez sea lo difícil que es llegar a ti?, ¿Tal vez sea el largo camino para estar a tu lado?, no sé que será, lo único que sé es que quiero estar cuanto antes a tu lado. Por favor dame una señal, para que yo sepa que puedo formar parte de la colmena, ya que estoy fuera, los días se pueden soportar, pero las noches son frías, debido al relente, y oscuras, debido a que el cielo se tiñe de negro.
Desearía entrar sin llamar, y que la acción no tuviera repercusiones, pero no será así. Hay un protocolo que se debe respetar con seriedad. Lo suplico, dame una contestación, no sabes cómo las horas, minutos y segundos se convierten en años, décadas y siglos, además, aunque esté a escasos centímetros de ti, esa distancia se convierte en kilómetros, solo por la impotencia de no estar junto a ti, con la poca distancia que nos separa.
Por seguirte ahora voy sin dirección, me encuentro a la espera, confuso sin saber qué debo o puedo hacer ahora. ¿Vale la pena estar así?, no respondes, abeja reina, se te sube el poder a la cabeza, pues bien, observo que no te falta de nada, tus súbditos te proporcionan todo lo que quieres, entonces no me necesitas.
Me iré en busca de otra abeja reina, la cual me necesite, la cual me aprecie tal como soy, porque tú no me has sabido apreciar, lo he comprobado, has pasado de mi como otra obrera de las muchas que hay.
El tiempo pasa, aún en busca de polen estoy, ¡Que difícil resulta todo en esta vida!, pues bien, habrá que poner las cartas sobre la mesa, para saber que puede pasar, no se ponen por el miedo de que la abeja reina, nos rechace, y si esto pasa, pues abra que ir en búsqueda de otra, la cual, cuyo panal produzca una miel que, como la nicotina nos enganche, aún así, el aguijón es dulce pero doloroso, vaya mezcla, dulce y dolor, nos gusta complicarnos la vida, somos así de estúpidos. Volamos por ahí jugándonos la vida, porque, el apicultor, nos puede envenenar, y nada me para, si hemos fallado al elegir a una abeja reina, habrá que volar, volar a otros rincones, indagar, buscar, en conclusión, no pararnos, porque si ahora nos detenemos, metimos la pata, debido a que hay que buscar nuestro propio polen, mojarnos las antenas y correr peligros, porque en la supervivencia, como en el amor, todo vale y siempre queda un perdedor, aunque siempre pierde el que quiere más, por avaricia. Me olvidare de tu miel caducada, que ironía, pues la miel es una de las sustancia que más duran, porque nunca se estropea, al final, algo queda, algo se escapa, pasa de largo, no nos damos cuenta, pero se escapa, como el aire que se mueve a través de las alas cuando volamos, en busca de nuevas oportunidades.
Puedo ir en busca de nuevas oportunidades, porque gracias a la velocidad que he alcanzado, se ha caído la venda que tenia puesta en los ojos. He podido apreciar lo ciego que estaba, y darme cuenta de las estupideces que he cometido, por la desesperación de buscar polen. Ahora resulta que, por casualidades de la vida, he encontrado una flor, la cual es enorme, y puedo abastecerme con todo el polen que quiera.
¿Para qué quiero a una abeja reina? Puedo empacharme de polen, una flor para mí solo, nunca pensé que la encontraría, estaba tan deseoso, que hacía un mundo tan solo de una pequeña parcelita.
Mi flor, mía, tan solo para mi, de nadie más. Me gusta, tiene una fragancia, que, es difícil que salga de mis fosas nasales, aunque esté lejos de ella, mi flor, logro recordarla, la tengo en mi mente, tan adentro que, aunque esté en el otro punto del mundo, la siento como si estuviera dentro de ella. Me encanta, nunca me separaré de ti.

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